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La rabia y la furia (o como llegué a Streets of Rage)

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He de decir que no había nada que influenciara, nada que me dijera o me hiciera recordar, ningún elemento cercano que fuera la oculta semilla que se plantara en mi cabeza, todo fue sólo, una partenogénesis directa en mi cabeza que me hizo despertar un día a media noche y que tuviera ganas de jugar Sonic de la Sega Génesis, así sin más. O tal vez fue porque unos meses antes había salido la interfaz del cuarto en steam, cosa que probé con un viejo Golden Axe que compré y jugué cuando tuve un reenamoramiento del juego barbárico derivado de las lecturas de Conan y Jhon Carter, todo desde una rom ejecutada con el ya antaño (y olvidado) VisualBoy Advance. Cuando tuve el juego me supo a sopa fría, ya que el emulador era tosco y muy desangelado, cosa bastante contraria con el HUB (o el cuartito para los más íntimos), que tenía una simulación de un cuarto de un niño con padres bastante pudientes. En el se ven posters oficiales, peluches y cómics, todo relacionado con la Génesis.  Y como ya habí

Zapatos de hierro (o como las cosas deben de fluir)

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 Allá al final de la década del 2000 ya al final de la resaca que dejaría para mi el Boom del cómic en México y apunto de la cancelación del cómic de los X-Men editado por Marvel México, exploraba y busca alternativas al binomio comic-super héroe, cuando una editorial decidió incursionar en el cómic norteamericano alternativo y nos editó por primera vez Hellboy, aquel número me resultó curioso y bastante cautivante, ya que las historias de Mignola eran más propias de una fábula o un cuento folclórico. Aquella edición contaba con dos historias en concreto El cadáver y Zapatos de hierro, está ultima concluía con la siguiente hoja.  En aquea penúltima viñeta, mi yo adolescente fue altamente impresionado por aquel sencillo pero demoledor diálogo que le dirigió el demonio al padre:   "No gracias padre, este año viajo ligero".  Esa frase (como otras cosas cosas que me he topado en mi vida), han punzado repetidamente en mi cabeza. Y al igual que aquella trampa publicitaria de Club N